Las aguas residuales son los líquidos resultantes de diversas actividades humanas, tanto domésticas como industriales, agrícolas y comerciales. Contienen una mezcla de contaminantes físicos, químicos y biológicos que alteran la calidad del agua y representan un riesgo para la salud pública y el medio ambiente si no se tratan adecuadamente.
En México, la correcta gestión de las aguas residuales es un desafío fundamental para garantizar la disponibilidad del recurso hídrico, la protección de los ecosistemas y la sostenibilidad de las ciudades. Su tratamiento no solo previene enfermedades, sino que también permite el reúso y aprovechamiento del agua en agricultura e industria.
El manejo de las aguas residuales en México enfrenta múltiples desafíos derivados de la falta de cobertura en tratamiento, infraestructura insuficiente y descargas irregulares a cuerpos de agua. A pesar de los avances tecnológicos, gran parte de las plantas operan por debajo de su capacidad o presentan deficiencias en mantenimiento.
En la Ciudad de México, por ejemplo, en 2015 se registraron 7,606 descargas provenientes de 6,396 establecimientos industriales, comerciales y de servicios, según un reporte de la Secretaría del Medio Ambiente (SEDEMA). A nivel nacional, se generan cerca de 39.5 millones de metros cúbicos diarios de aguas residuales, equivalentes a más de 15,000 piscinas olímpicas por día según DAPA Valles.
México genera una cantidad impresionante de aguas residuales cada día. Se calcula que cada cuatro segundos se producen aproximadamente un millón de litros de aguas residuales, lo que equivale a unos 21,600 millones de litros diarios.
Según datos del Gobierno de México, el volumen anual de aguas residuales municipales alcanza aproximadamente 228.7 metros cúbicos por segundo (m³/s). Esta cifra representa un enorme reto en términos de infraestructura, tratamiento y reúso sustentable.
El tratamiento de aguas residuales en México ha avanzado lentamente. En 2015, solo el 48.66% del total de aguas residuales municipales recibía algún tipo de tratamiento, de acuerdo con datos de la CONAGUA. Esta cifra muestra la brecha entre el volumen generado y la capacidad instalada en el país.
De las 2,786 plantas municipales registradas, únicamente el 67% estaba en operación, y su eficiencia promedio no superaba el 40%. Las causas principales incluyen fallas mecánicas, falta de mantenimiento preventivo y limitaciones presupuestales en los municipios.
El reúso del agua tratada es una de las estrategias más prometedoras para reducir la presión sobre las fuentes naturales. Sin embargo, su implementación aún es limitada. En la Ciudad de México, menos del 10% del agua tratada se reutiliza, principalmente en el riego de áreas verdes, parques y camellones.
Ampliar los programas de reúso industrial y agrícola podría reducir significativamente el consumo de agua potable y los costos asociados a su distribución, además de fomentar una economía circular del recurso hídrico.
Un problema paralelo al tratamiento es la ineficiencia en la distribución del agua potable. Se estima que a nivel nacional se pierde alrededor del 40% del agua distribuida debido a fugas en la red hidráulica, lo que representa una pérdida considerable de recursos y costos operativos.
En la Ciudad de México, entre el 35% y el 40% del agua se pierde antes de llegar a los hogares por infraestructura envejecida o mal mantenimiento. Modernizar los sistemas de conducción y detección de fugas es clave para la eficiencia hídrica nacional.
La gestión del agua en México requiere una transformación estructural. No basta con ampliar la cobertura de tratamiento; es indispensable mejorar la operación, el mantenimiento y la eficiencia energética de las plantas. Además, se necesita fomentar el reúso del agua tratada y reducir las pérdidas en distribución.
Los municipios deben fortalecer sus capacidades técnicas y presupuestales para operar de forma sostenible. También es vital integrar tecnologías modernas de monitoreo, como sensores IoT, sistemas SCADA y control de calidad en tiempo real.
De acuerdo con cifras de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), el porcentaje de aguas residuales tratadas en México varía entre el 55% y 63%, dependiendo del año y de las regiones. A pesar de los esfuerzos, aún existe una importante proporción de aguas que se descargan sin tratamiento previo, lo que genera contaminación ambiental y riesgos sanitarios.
El marco normativo mexicano incluye diversas normativas de agua en México, como la Ley de Aguas Nacionales, y normas oficiales mexicanas (NOMs) emitidas por SEMARNAT y la CONAGUA. Estas regulaciones establecen los límites permisibles de contaminantes, así como los lineamientos técnicos para el diseño y operación de plantas de tratamiento.
Entre los principales retos se encuentran la falta de inversión, mantenimiento deficiente y una cultura del agua limitada. Las soluciones pasan por fortalecer el marco institucional, promover tecnologías limpias y fomentar la participación de la sociedad y el sector privado en proyectos de saneamiento.
El tratamiento de las aguas residuales en México es un componente vital para el desarrollo sostenible del país. Mejorar el porcentaje de aguas residuales tratadas no solo es una necesidad ambiental, sino también un compromiso con la salud pública y la equidad social.
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