La zeolita contra la salinidad del suelo es una herramienta de apoyo para recuperar áreas agrícolas afectadas por exceso de sodio y sales. Gracias a su capacidad de intercambio iónico, ayuda a mejorar la estructura, favorecer el lavado de sales y reducir el impacto del estrés salino sobre los cultivos.
Integrar zeolita en el manejo del suelo permite avanzar hacia suelos más aireados, con mejor infiltración y porosidad, lo que se traduce en raíces más sanas, mejor aprovechamiento del riego y un entorno más estable para la producción agrícola.
La zeolita es un mineraloide aluminosilicato microporoso con alta capacidad de intercambio catiónico (CIC). En suelos salinizados, su estructura cargada negativamente permite intercambiar sodio (Na⁺) por otros cationes benéficos, ayudando a reducir el sodio intercambiable y a mejorar las propiedades físicas del suelo.
La zeolita capta Na⁺ de la solución del suelo y lo intercambia por Ca²⁺, Mg²⁺ o K⁺, contribuyendo a disminuir el sodio en el complejo de intercambio y sus efectos negativos.
Al reducir el sodio intercambiable y mejorar el balance de cationes, disminuye la dispersión de arcillas y se favorece la formación de agregados estables en el suelo.
Con una estructura más estable, mejora la infiltración y percolación del agua, facilitando el lavado de sales hacia capas más profundas y fuera de la zona radicular.
El uso de zeolita debe integrarse en un plan completo de manejo de salinidad que contemple calidad del agua de riego, drenajes, nivelación y prácticas agronómicas adecuadas.
La zeolita puede emplearse en diferentes escenarios agrícolas donde la salinidad y el exceso de sodio afectan la productividad. Su papel es apoyar la recuperación gradual del suelo y proteger la inversión en cultivos permanentes y anuales.
Áreas que utilizan aguas con conductividad eléctrica elevada, donde la acumulación de sales compromete el desarrollo de cultivos sensibles.
Suelos compactados o con nivelación deficiente, en los que el agua se encharca y las sales se concentran en la superficie y zona radicular.
Parcelas con historial de salinidad, costras blancas o baja infiltración donde se busca recuperar la productividad sin abandonar la superficie.
En todos los casos, la zeolita debe usarse como parte de una estrategia que incluya drenajes, manejo de láminas de riego, enmiendas cálcicas y selección adecuada de cultivos y portainjertos.
Cada zona agrícola tiene una combinación distinta de tipo de suelo, calidad de agua, nivel de sodio, sales presentes y drenaje. Por ello, la dosis de zeolita y la forma de aplicación deben ajustarse a la realidad de cada proyecto.
Un acompañamiento técnico adecuado permite que la zeolita se integre de forma efectiva con otras enmiendas, manejos de riego y prácticas de recuperación de suelos salinizados, cuidando el presupuesto y la seguridad del cultivo.
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La recuperación de suelos con salinidad o sodicidad elevada es un proceso gradual. La zeolita se integra como una enmienda adicional que apoya el intercambio iónico y la mejora física del suelo, pero debe combinarse con otras prácticas clave.
Un enfoque por etapas, apoyado en datos y asesoría especializada, permite que la inversión en zeolita y otras enmiendas se traduzca en mejoras medibles en la calidad del suelo y en la estabilidad del rendimiento.