La inteligencia artificial (IA) es una rama de la informática que busca crear sistemas capaces de realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como el aprendizaje, el razonamiento y la resolución de problemas.
Los orígenes de la IA se remontan a la década de 1950. En 1956, durante una conferencia en Dartmouth College (EE. UU.), el término “inteligencia artificial” fue acuñado oficialmente por John McCarthy, considerado uno de los padres fundadores del campo. En ese evento, investigadores como Marvin Minsky y Allen Newell propusieron que las máquinas podían simular cualquier aspecto del aprendizaje humano.
Durante los años 60 y 70, surgieron los primeros programas capaces de resolver problemas matemáticos y jugar ajedrez, aunque con capacidades limitadas. Sin embargo, debido a la falta de potencia computacional y datos suficientes, la IA pasó por varios periodos conocidos como “inviernos de la IA”, donde se redujo el interés y la financiación.
A partir de los años 2000, con el aumento del poder de procesamiento, el acceso a grandes cantidades de datos (big data) y el desarrollo de nuevas técnicas como el aprendizaje profundo (deep learning), la IA experimentó un renacimiento.
Hoy, la IA está presente en asistentes virtuales, sistemas de recomendación, diagnósticos médicos, autos autónomos y mucho más. Modelos como ChatGPT, desarrollados por OpenAI, son ejemplos actuales de cómo las máquinas pueden comprender y generar lenguaje humano con gran precisión.
La historia de la IA refleja una evolución constante, impulsada por avances tecnológicos, pero también por desafíos éticos. A medida que continúa su desarrollo, la inteligencia artificial promete transformar radicalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos.